Pero, cariño, olvidamos que la suerte es un cero a la izquierda en algunos planos de la realidad, como este. Y el castillo en construcción que nunca se terminará está abandonado en esa playa del paso a la mayoría de edad, esa playa de muerte y brazos caídos después de la derrota.
Sus lágrimas las olas del mar que llegan a la orilla y poco a poco se van comiendo el castillo de arena hasta que no queda nada, y entonces, no dolerá, no habrá ese pinchazo en el alma cada vez que aflore su estúpido olor a la orilla del recuerdo.
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