lunes, 7 de enero de 2013

PIZZIGATOS. parte 1

Días extraños, grises. La niebla blanca y densa sigue su invasión por los aires, un ser alado se alza, el cuervo resurge y destaca sin esfuerzo entre la niebla, impotente, poderoso. El tenebroso animal se posa sobre la rama más alta de un árbol cercano, un pino. Desde allí observa el bosque paralizado por la blanca cortina, disfruta viendo como conejos, palomas blancas y otros animales corretean confusos, se refugian en sus rincones; y él, tranquilo, con aire de autosuficiencia levanta el vuelo.

Sobrevuela aquella odiosa ciudad en busca de la angora blanca. El encargo de la semana es encontrar a Bala, un gato muy siamés, urbanita, vago y cortés, y un collar de gala, de la aburrida ciudad. Ni siquiera sabe por qué aquel felino es tan importante para El Gran Jefe, que más da, es un encargo, y muy importante si se le ha confiado a él, poderoso mensajero.
La encontró recostada sobre unos cojines viejos, al final de un angosto callejón.
-Vengo de parte de El Gran Jefe.
-Lo sé.- Dice con seguridad, sin una pizca de miedo o Temblor en su preciosa voz.- Es por Bala.
-Sí. Cuéntame su historia, necesito toda la información, o… bueno, ya sabes las graves consecuencias que podría tener la mentira o el silencio frente a una orden directamente del Más Grande.
Lo sabe, la angora blanca sabe lo mal que lo puede llegar a pasar. Maldito sea aquel asqueroso ser negro y su Jefe al que todos deben respetar sin saber siquiera quién es ni dónde se enconde.
Pero lanza un pequeño gruñido, resignada, y empieza a hablar:
- Le llamaban Bala, un buen día le dio por andar, se largó de su barrio y tardó un año en regresar. Tenía el gato novia formal, yo como ya puedes imaginar, esa era yo.
-¿Era?
-Sí.- Dice ella evitando mirarlo a los entrecerrados ojos de él.
-Continúa.
-Regresó, me pidió un abrazo y perdón. Ese hijo de chucho pequinés… le pregunté dónde diablos se había metido. Estuvo en Londres, Buenos Aires, México, se bañó en el Sena y sí, vuelve con una conclusión absurda, con la cual cree que podría hacer que volviésemos.
-Ya. ¿Y cuál es?
- Me dijo: en todos esos cielos brilla igual nuestra luna llena, y tú sigues siendo la mejor.- Dijo sonrojada.
- ¿Y por qué pues, no volvió con él?
-Le dije que hasta que no cambiase lo nuestro sería ciencia ficción.- Un suspiro.- Me dijo que me buscaba, que creía verme en cada arcén. Y grité que ya está, que basta ya de arañazos, que seguía estando ahí, a sus pies.
-Así que es cierto, habéis vuelto.
Eso confirmaba las sospechas del cuervo, lo que no hacía sino empeorar la situación, un gato listo que había visto mundo era peligroso. Tenía que eliminarlo, y a la novia también, es débil, pensó.
Allí estaba el cuervo, ensimismado en sus sombrios pensamientos.
-Cada pena y aflicción pueden curarse bailando.- Sururra ella, en lo que es penas un maullido.
-¿Cómo dice?
-Nada, tonterías que se dicen por el mundo.

Entonces, sin previo aviso, el cuervo alza el vuelo, en su cabeza ya se está elaborando el plan para eliminar a esos dos. Por el camino comunica el plan a la lechuza blanca y gris, gran compañera suya, para que difunda el comunicado a varias decenas de animales del bosque y cuidad. Acaba de convocar un Gran Cortejo.



CONTINUARÁ…

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