Levantas la vista y te topas con su mirada.
Vuelves a mirar al suelo rápidamente, quizás demasiado deprisa. No ha sido una mirada normal, ni siquiera curiosa. Pero, por alguna razón te da vergüenza.
«Oh, vamos, todo me da vergüenza,¿no puedo ser un poco más normal?»
Estás dentro de una jodida tienda pija. No lo soportas.
Otra mirada. Hasta te das cuenta que te gusta que te mire, sobretodo que te mire de esa forma.
«Mierda, mi pelo. Debo de tenerlo fatal, y estoy quedando como una tímida, fea y bajita.»
Él va con sus amigos, es alto, barba y ojos verdes preciosos. Debe de tener 19,20 años.
Tercera mirada.
Y sales de la tienda. Te hubiera gustado decirle algo, o que lo hiciera él. Pero no, cada uno se perdió por una dirección distinta a la del otro.
Así que te dejas invadir por la inmensidad de la Gran Vía madrileña, porque siempre queda la imaginación para resolver finales sin concluir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario