"¿Por qué coño no para de mirarme?"
Odia que la gente la mire.Lo odia porque sabe que la gente piensa mal.O eso cree.
"Vale, le voy a demostrar a ese niñito que mirar fijamente a la gente es de mala educación."
Decisión errónea.
El profesor da la espalda a la clase para escribir algo en la pizarra.Mi mirada sigue fija en su nuca.Pero, de pronto, gira bruscamente la cabeza.
Una ráfaga de aire helado, un chapuzón en agua congelada.
Se sumerge en sus profundos ojos.Y entra dentro de él.Divisa a lo lejos una luz brillante que la ciega.
Se gira y ve una oscuridad que la engulle.
Tiene miedo.
Y frío.
No.Ahora tiene calor.Frío, calor, frío, calor.
Algo la agarra bruscamente sacándola del frío mar azul oscuro.
Para cuando Jack quiso apartar la mirada era demasiado tarde.Sentía que alguien estaba dentro de él, era una sensación incómoda y desconocida para él.Al fin y al cabo a los pocos humanos que el había atacado, por así decirlo, de ésta manera, entrando en sus almas, todos decían que era incómodo, como si alguien invadiera tu intimidad más profunda.
Y él estaba experimentando todo esto salvo por la inmensa paz que sentía.
Pero estaba mal.¿Qué humano entraba en las almas de cualquier Ángel?Ninguno.
Parece que el tiempo está de su parte.El timbre del recreo suena.Así que, haciendo un gran esfuerzo, se levanta y va hacia el pupitre de Sara.
La sacude por los hombros con fuerza.
Lo primero que ve es a los alumnos de la la clase saliendo estrepitosamente al pasillo.
Enfoca la mirada y le ve.
-Vamos a la enfermería.
Ella consigue asentir.Él la coge el brazo y la levanta.Su piel la quema.
Llegan a la enfermería.
-No vuelvas a hacer eso, ¿entendido?-Le dice Jack secamente.
Ella traga saliva.Los ojos azul oscuro la miran con tanta intensidad...
-Va-vale.-Balbucea.
Está asustada.
Y de repente, el sonríe y se da media vuelta andando por el estrecho pasillo.
Sara entra en la enfermería.Ya no está asustada, esa sonrisa ha conseguido que no lo esté.Sólo se siente impresionada.
En cuanto sale al patio se pone a correr.Salta sin dificultad el alto muro del patio.Y sigue corriendo.
No le ha vuelto a ver.Su silla está vacía pero su mochila sigue allí.
El día transcurre lentamente, aburrido, como si a las agujas del reloj les costara avanzar.
Cuando al fin tocó el timbre, Sara recogió sus cosas y las de Jack.Había averiguado su dirección por secretaría.
Llegó a su portal y llamó al timbre.
La puerta se abrió...
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