viernes, 19 de febrero de 2016

Fiebre

Siento pasar las horas
son esas agujas medio afiladas
por el tiempo,
ese que el ser humano nunca inventó.
Yo lo mastico lentamente,
sé que la bruma desaparecerá y te veré de frente
bofetada de aire fresco en un campo de amapolas.
Ahora que mastico el tiempo
y la fiebre hace que mi cuerpo emita un gruñido,
no sé quién es el animal
el que se resigna a un destino impuesto
o la amapola
que se disfraza de bestia
para encontrar su propia flor.
En medio de la fiebre no hay llanto
hay ganas de volverse piedra
hay sudor y hay pánico
hay invitación al vacío
Hay contradicción:
hay mordiscos a la piedra en la que te quieren convertir.
Hay un telón.
Hay pesadillas y me veo partir,
partir de ir, partir de venir,
partir de catarsis y reconversión.
Voy a decir algo:
vengo a echar la culpa de mi delirio
y te juro que esta vez lo he entendido,
que no eres tú el acusado
aunque me gusta disfrazarte de mis causas
que yo tengo las cosas claras
pero me gustan tanto los disfraces.
Una cosa es verdad: no soy ficticia.
Quizás sí soy el reflejo en las aguas,
esas que saben lo que es justicia.
Y a veces se me olvida asomar al agua mis bestias
para que muestre pétalos y no colmillos,
que es lo que hay debajo del disfraz de tantos escarmientos.

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