Aparté los ojos de mi triste mundo, levanté la cabeza y te miré.
Sí, miré tu cara que después de tanto tiempo me sabía de memoria. Pensé que, irónicamente, al encontrarnos no escogí haberte conocido pero según avanzamos decidí que sí quería estar contigo, y aquí sigo, mientras que con otras personas decides que quieres estar con ellas y el destino te lo niega.
Será por algo, debe de haber un motivo, un fin, un por qué oculto detrás del misterio del lazo de nuestras vidas.
Después de todo, no te conozco en absoluto y aún así sé que te quiero.
Así que, sin dejar de mirarte sonrío, y luego río y luego lloro de la risa y luego me duele la tripa de tanto reír. Y sé que no podré parar. No. "Contigo jamás pararé de reír" me recuerdo a mi misma,casi lo había olvidado.
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