lunes, 22 de julio de 2019

Insurrección y resurrección

Insurrección:

Me fascina imaginar tu cara cuando mañana descubras que no estoy aquí, como siempre. Cuando mires al reloj y a tu alrededor y entiendas que el tiempo de cortesía ha terminado, me gustaría saber qué piensas. A lo mejor entonces crees que no voy a ir el último día y no podremos despedirnos. Con todo lo que nos queda por hablar para compensar los meses de verano. Sí, la verdad que espero que se te pare un pelín el corazón y por un segundo pienses que lo tienes todo perdido conmigo y sientas pena. Esa pena aguda pero profunda de la que nadie muere pero por la que piensas que sin aquello por lo que lloras la vida no merecería mucho la pena. Me avisaste con antelación, algo nada habitual: "Estaré allí". Me diste ventaja. Jugaste mal tus cartas.



Resurrección:

Mientras me ducho pienso en lo poco que cuesta decir adiós a algo que ni siquiera ha empezado. Luego pienso, si algo no tiene principio, ni fin, ¿No era esto la definición de infinito? Pienso en muchas cosas y en decirtelas todas aunque suene como un perro atropellado y aturullado. No quiero que notes que estoy nerviosa y a la vez quiero gritártelo a la cara. Si alguna vez rompemos la barrera invisible formada por estrechas partículas de agua flotante que constantemente nos separa, quiero que en ese momento un pensamiento mio atraviese el espacio y el tiempo y sepas que ahora, en este instante, mientras me ducho, pienso en muchas cosas, y sobre todo, en ti.